Dolor de espalda en niños y adolescentes

Dr. CG García Fontecha
Actualizado enero 2010


El dolor de espalda en los niños puede localizarse a nivel cervical, torácico o lumbar, en ocasiones irradia hacia los hombros y las nalgas y sólo en raras ocasiones se irradia hacia las extremidades.
Su frecuencia aumenta con la edad: lo presentan un 10% de los niños de 10 años y su frecuencia aumenta hasta un 70% al final del crecimiento.

 

Las causas

En la gran mayoría de los casos (90%) no somos capaces de identificar una patología que provoque el dolor: hablamos de dolor inespecífico. Dentro de este grupo numerosos estudios han encontrado relación entre el dolor de espalda y algunos factores, aunque sin poder establecer relaciones de causalidad: el sexo femenino, una edad cercana a la adolescencia, la existencia de antecedentes familiares, el padecimiento de otros dolores, el uso de mochilas o carteras con pesos superiores al 10% del propio peso del escolar, el tabaquismo, los hábitos posturales erróneos, la práctica de deportes de competición o muy intensos, el sedentarismo, estar un elevado número de horas sentado delante de la televisión, ordenador o videojuegos, así como una inadecuada ergonomía del mobiliario escolar o doméstico. Un ambiente familiar o escolar conflictivo o trastornos de depresión, ansiedad, tristeza o baja autoestima pueden cronificar del proceso.

En algunos casos sí encontramos patologías o enfermedades que producen el dolor: hablamos entonces de dolor específico u orgánico.
La causa más frecuente en este grupo es la espondilolistesis, que consiste en un defecto de unión entre la parte anterior y la posterior de la última vértebra (aunque también puede asentar en otras vértebras). Provoca un dolor de tipo mecánico, es decir, relacionado con la actividad física y mejora en reposo. En general precisa sólo tratamiento sintomático y sólo en muy raras ocasiones precisa cirugía para unir ambas partes de la vértebra.

La segunda causa más frecuente de este grupo es la cifosis de Scheuermann, que consiste en un aumento de la curvatura anterior de la columna (cifosis), de características rígidas y que afecta generalmente a la región torácica. Se produce por un trastorno en la osificación de las vértebras y el tratamiento depende del grado de curvatura: en casos leves se trata con fisioterapia de estiramiento y en casos más severos con corsés especiales; sólo casos muy severos pueden requerir una cirugía correctiva.

Otras causas de dolor de espalda de tipo orgánico son las infecciones, los tumores, la hernia discal, la escoliosis, los trastornos reumáticos o los traumatismos. Su incidencia, sin embargo, es muy baja.

 

Las mochilas escolares

Numerosos trabajos han intentado relacionar el dolor de espalda en niños y adolescentes con el peso de las mochilas. Estudios transversales con gran número de alumnos han encontrado que los niños que transportan las mochilas escolares con un peso excesivo tienen entre un 1.6 y un 3.4 veces más de dolor de espalda que el resto.

Un problema es definir qué peso es excesivo. Haciendo una analogía con las normativas de salud laboral de diferentes países, podemos considerar que transportar más de un 10-15% del peso corporal puede ser perjudicial. Ello supone que un niño de 40 Kg. no debería transportar mochilas de peso superior a 4-6 Kg. Algunos países como Italia han puesto en marcha proyectos de ley para regular un peso de las mochilas no superior al 15% del peso corporal del niño. Un estudio realizado por nuestra unidad en el área de Barcelona demostró que el peso medio de las mochilas de escolares entre 12 y 14 años era de 8 Kg., claramente excesivo para este colectivo.

Existen, además numerosos factores que también influyen: tipo de mochila (ancho de las asas), capacidad física del niño, tiempo de traslado, forma de llevarla (un hombro o ambos, más alta o más baja), llevar otras bolsas (p. ej. de deporte)...
A pesar de todo lo dicho, ningún estudio científico ha conseguido demostrar una relación de causa entre el peso de las mochilas y el dolor de espalda en el niño desde el punto de vista de medicina basada en la evidencia.

En general, se recomienda llevar mochilas con el menor peso posible (a ser posible menos del 10% del peso corporal), con bandas anchas y acolchadas, colgadas en los dos hombros, cerca del cuerpo y ni muy altas ni muy bajas.

Los carritos escolares pueden ser una alternativa para no soportar tanta carga de peso en la columna. No obstante, presentan otros inconvenientes: son más incómodos si el niño debe subir o bajar escaleras, producen una carga de tracción asimétrica en el tronco, y en general no son aceptados por los niños más mayores y adolescentes.

No existe, tampoco ningún trabajo científico que justifique recomendarlos.

 

Importancia

Uno de los motivos de preocupación entre el colectivo médico consiste en que el dolor de espalda del niño y adolescente se relaciona claramente con el dolor de espalda en el adulto. Sin embargo, y a diferencia del adulto, la adolescencia se considera una etapa saludable desde la perspectiva músculo-esquelética y para la mayoría de los adolescentes el dolor de espalda es una experiencia normal de la vida.

En un estudio europeo realizado por nuestra unidad y financiado por el ministerio de salud (proyecto adolumb) encontramos que los escolares con dolor lumbar no mostraron menor calidad de vida en ninguna de las escalas de valoración utilizando cuestionarios validados específicos para esta edad. Ampliando el estudio a los adolescentes remitidos a centros de referencia por su dolor lumbar, tampoco mostraron alteraciones en su calidad de vida. Estos estudios hacen pensar que quizás el colectivo médico está sobredimensionando el dolor de espalda en los niños y adolescentes.

 

Actitud

Ante un niño con dolor de espalda que se mantenga más de un día o que repita sin causa traumática conocida es recomendable que acuda al pediatra.
El médico valorará si se trata de un dolor inespecífico o si se padece un dolor de espalda orgánico y le orientará sobre el tratamiento.

En el caso de dolor inespecífico recomendamos evitar el reposo, intentar hacer una vida lo más normal posible y aliviar la clínica con medicación. En el caso de dolor orgánico, el tratamiento dependerá de la patología concreta y corre a cargo del especialista en ortopedia infantil.

 

BIBLIOGRAFIA

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